Saber que se está ahí

Creí que hoy tendría fácil el motivo/excusa para actualizar. Bueno, creo que sí, que lo tengo fácil. Ó no, no sé bien…

Le tengo dedicada hasta una categoría del blog. No estoy segura, pero es probable que tenga más post «monotemáticos» que nadie.

Sin embargo…

Nos conocimos en una fecha mágica, ésa en que la primavera pasa a ser verano y la noche es apenas un rato de oscuridad. Entonces no lo sabía, y nunca hablamos de ello, pero él vivió en ese sitio en que en esa fecha la noche no existe. Cuando, a veces, ha surgido esa pregunta utópica de «¿qué momento de tu vida te gustaría volver a vivir?», siempre he tenido claro que sería ése: las cinco, seis horas de esa tarde que englobasen las tres primeras que pasamos juntos. Aquella más que atípica entrevista de trabajo. Incluso en los momentos malos de la relación, tuve claro esa respuesta. Porque en los peores momentos, ése era el mejor recuerdo. Y en los momentos buenos, también.

Sin embargo, si tuviese que decir cuál era «nuestra fecha», sería semanasanta. No, nunca pasamos esos días juntos. Ni siquiera me traen buenos recuerdos… Pero coincidiendo con esos días, que nunca caen en la misma fecha del calendario, cada año hubo algo… Hay dos semanasantas que marcan la historia: la del año 2001, en cuyo sábado intentó infructuosamente localizarme, desde el hospital donde llevaba casi un mes internado y donde acababan de sacarle de cuidados intensivos. Otra, la del año 2003: ver que pasaban esos días y que tampoco me había llamado… me hicieron saltar todas las alarmas. Empecé a dejar de tomarme casi a guasa su silencio, desde hacía ya casi 5 meses… Casi siempre, por una ú otra razón, hablábamos esos días. Haciamos planes ó discutíamos ó nos reconciliábamos…

Es curioso. Son curiosas, cuando se mira hacia atrás, las pautas que la vida va marcando. Las pautas y el ritmo con el que se van haciendo muescas en el «todo» que son algunas relaciones humanas…

Yo nací en pleno invierno, en otra de esas fechas «simbólicas». Empecé a trabajar con él a finales de verano, en pleno septiembre. Dejé de trabajar para él a finales de septiembre, comenzando el otoño. El mes de julio fue el de nuestros primeros besos y el del último, y el de nuestra reconciliación sin discusiones previas, pero tras más de tres años de distancia. También los dos julios anteriores yo le llamé, casi por cortesía, por saludar siquiera: saber que estaba ahí e indicar que yo también estaba. Semanasanta era un periodo de «saber que estábamos ahí». Noviembre era un mes dificil, de rupturas y discusiones y silencios y desprecios… y quizá todo lo que engloba eso que se llama pasión, en el fondo: noviembre fue el principio del fin definitivo…

Yo nací en pleno invierno. Él, no.

Tuve un profesor a los 15 años que solía pedir a sus alumnos que levantasen la mano quienes hubiesen nacido en pleno invierno, como yo. Y, luego, a quienes cumplieran años entre abril y junio. Decía que los primeros éramos el claro producto de que «la primavera la sangre altera» y los segundos, la demostración de que la naturaleza es sabia: cuando éramos casi animales y vivíamos sin calefacción ni comodidades, las hembras humanas sabían que sus crías nacidas en primavera tenían más posibilidades de supervivencia. Incluso, que los embarazos producidos en verano, principios del otoño, tenían más opciones de llegar a buen término. Por eso, estadísticamente, en esos dos periodos es cuando más gente cumplía años.

Él nació en plena primavera. Y, sí, sé que lleva sobreviviendo a todo tipo de condiciones adversas casi desde el principio. Lo sé porque tuve que hacerme experta en interpretar leves confesiones, pequeños detalles. Porque guardé confidencias de momentos en que igual no le importaba tanto como para ocultarse de mí. Y lo sé porque llegó un momento en que llegué a conocerle tanto, y tan bien… que no sabía qué pensaba con solo mirarle. Sabía qué sentía.
Cuántas veces hubiese querido no tener esa facultad. No saber lo que estaba sintiendo por mí y contra nosotros.

http://media.imeem.com/m/wQnihF1L50
Hoy, ya digo, el tema del post era fácil. Pero, no, no es tan fácil en realidad.

Me hubiese gustado poder escribir algo mejor, sinceramente. Pero la primavera nunca me sentó demasiado bien.

Me hubiera gustado, sí, poder contar que por fin me he atrevido y le he llamado y ha cogido el teléfono y ya sé cómo está. Dejarme notar y saber que está ahí. Pero no, no es así.

Para la fecha de hoy, mi proyecto hace meses era publicar un post donde detallase cómo la vida hizo todo lo posible porque no nos conociéramos, no nos encontrásemos, no llegásemos a trabajar juntos, no nos reencontráramos y no nos reconciliáramos.

Pero tampoco ha podido ser.

Está claro que entre él y yo siempre habrá demasiadas cosas. Las que nos unen a nuestro pesar pese a todo y las que nos separan a pesar de todo. Y que nunca pasarán las cosas como deberían.

Yo soy una niña de invierno y él un niño de primavera. Y nos conocimos, superando dificultades y diría que hasta casualidades (si creyera en ellas) una tarde de san Juan.

Hoy es el cumpleaños de «M».
Y me sigo acordando.

A pesar de mí, de las circunstancias adversas, de la vida y de todo. Porque las evidencias es lo que tienen: se dejan notar.

A veces, demasiadas veces, también hay relaciones en las que lo único importante es dejarse notar. Saber que se está ahí.

Fallos, retrasos, consecuencias… y el chikichiki

Cada vez se me hace más cuesta arriba esto de lacoctelera.

No ya tanto por una falta mayor ó menor de ideas: llegado el caso, me sé capaz de sacar un post de cualquier detalle. Y, sino, siempre tengo mi pasado de vampiresa en permanente culebrón para contar. Ni siquiera por mi falta de tiempo ó de organización del que tengo.

Es… todo.

Y es, por encima de ese todo, la evidencia de que esto cada vez funciona peor. Tengo mucha paciencia, lo admito: la desarrollé en muchas salas de espera, se alimentó de mucho desconsiderado con el tiempo de los demás, mi empatía natural contribuye a que me sea relativamente soportable la necesidad de domar el deseo del «aquí y ahora». Pero que para, simplemente, entrar en el propio blog y que el sistema me identifique… tenga que dedicar cerca de una hora… lo siento, me parece excesivo.


Hace un par de días fue tarea imposible conseguir responder a los comentarios de mis habituales amigos cocteleros dejados en mi página. El sistema se atascaba sin justificación aparente. Y había que cerrar sesión, abrir de nuevo, conseguir que la página se descargue del todo, volver a logearme (me río yo de lo de «reconocerme en este equipo» que se da como opción al identificarse), volver al post, intentar redactar nuevamente un comentario…

Ya digo: imposible. Lo siento. Igual hay quienes se pueden permitir el lujo de tirarse cinco minutos mirando la pantalla, en la que (aunque el sistema te diga que está «listo» lo solicitado) sólo aparece el fondo elegido para el propio blog: nada más. Pero a mí dedicar tanto tiempo todos los días a «la nada»… no sé, no sé si me compensa.

Y ya ni hablemos de intentar entrar en post ajenos: en algunos casos, el descargue de la página es tan lento… que casi da tiempo a hacer mientras otras cosas. Vamos, que estoy por empezarme una mantelería de 12 servicios, con vainica doble triplicada y bordados de Lagartera: fijo que entre ratos me da tiempo a adelantarla.

Una «novedad» es que a la primera de cambio de pronto salta el «chikichiki». No, está claro que en la página donde en ese momento esté no hay ningún cajetín donde aparezca que el dueño de la misma ha decidido colocarlo como música de fondo. Aparte, que en algunas páginas ese tipo de música no parece estar muy relacionada… ¿entonces? Nada. La última «gracia» es que se abre una ventanita emergente que en segundos se va a un segundo plano… y no es otra cosa que la cancioncita en cuestión con la posibilidad de descargársela como «tono» para el móvil.

La consecuencia es que termino suprimiendo el sonido en el pc. Porque a la cuarta vez que tengo que «rescatar» la pantalla escondida, suprimirla, volver a lacoctelera…, como que de lo que dan ganas es de apagar sin más el ordenador.

Y quitar el sonido, claro, también tiene sus propias consecuencias: que me pierdo músicas que otros usuarios eligen para sus post…

¿Más cosas? Que algunos blogs es mejor no visitarlos. A mí me gusta comentar, y leer otros comentarios… Cuando éstos se convierten en una sarta de insultos cruzados, de incongruencias, ó se diría que es una especie de «party-line» que al mensaje 12 ya no guarda relación con el texto inicial (y está claro que quien lo redactó tampoco se preocupa demasiado: se diría que aparte de publicar el artículo, no se asoma demasiado por su propia «casa»)… He suprimido de mi lista de «amigos/idolos» alguno de esos blogs. Y he optado por no visitar otros que tenía en «fans» y donde sí entraba (los visito todos, aunque alguno en silencio) porque no me compensaba el esfuerzo…

http://media.imeem.com/m/pMJbcGRQJ3
En fin. Que se termina abril… y yo tengo un enorme retraso en demasiadas cosas que me gustaría hacer. También en lacoctelera.

También en la vida real.

Rosas, San Jordi, leyendas… y otros tópicos

El día 23, San Jordi, no tuve ocasión de publicar un post alusivo. Alusivo, me refiero, a lo que era la fecha y la tradición derivada: libro y rosa, como obsequio al enamorado.

Al parecer, durante años el tema era que «él» regalaba a «ella» la rosa… y «ella» le correspondía con un libro. No sé: igual es porque los «ellos» tenían algún tipo de limitaciones para apreciar el olor y la belleza de las flores… y las «ellas» no sabían leer…

El caso es que se fue evolucionando… y tengo entendido que ya se intercambian libros y rosas con independencia del sexo del regalante y el regalado.

Es una tradición que, curiosamente, no está muy arraigada en Madrid. Aquí el tema casi se reduce al asunto literario. Supongo que el hecho de que Alcalá de Henares (ciudad cervantina por autonomasia) sea un municipio madrileño influirá. Tampoco tenemos tradiciones relacionadas con dragones y caballeros de brillantes armaduras rescatando damiselas secuestradas por tan siniestro bicho. Aunque tras ver «Shrek»… no sé yo si sigue «colando» lo de las princesas secuestradas esperando al caballero que las libere. Ni lo de los fieros dragones, ahora que me paro a pensarlo…, que hay dragonas. Ó dragonesas.

http://media.imeem.com/m/MPSc01MIfT
Igual que, ahora que también lo pienso, en estas fechas en mi vida ha habido momentos en que las rosas fueron fundamentales. Pero yo no era la receptora de las rosas, sino la «emisora». Lo de no quedarme esperando la rosa, sino regalarla yo.

Que han habido varios «tauros» en mi vida sentimental… y ya se sabe que cumplen años en estas fechas. Y que nunca creí eso de que «a quienes se regala flores es a las mujeres»: sé que a ellos también les emociona recibir un ramo de rosas…

… y si lo que se busca es hacer la puñeta, también un ramo de rosas rojas enviados a algunos «picaflores» puede ser el regalo ideal. Sobre todo a los «casanovas» que están casados.

Y es que algunos tópicos dejan de serlo cuando la realidad decide que hay alternativas.

Pero eso es otra historia. Y, de momento, nadie ha convertido en leyenda.

Vino tinto (…¿experta…??? en)

Una particularidad que tenemos los abstemios declarados y voluntarios… es que cuando bebemos algo alcohólico… suele ser de cierta calidad.

Lo tengo comprobado. Como habitualmente comemos con agua, no tenemos por hábito terminar la comida con el whisky, podemos salir y no tomar otra cosa que refrescos, cuando se da el caso excepcional de tomar alcohol, es porque éste vale la pena «ser tomado».

Por navidad, suelo comprar vinos de categoría media/alta. También lo es el cava. Ese mismo criterio se aplica a lo que tengo en casa: no sería la primera vez que preparase torrijas con un rioja de reserva, ó que echase un chorrito de brandy «napoleón» al arroz con leche: es que no tengo otra cosa disponible…

No soy una entendida en vinos… pero diferencio perfectamente el donsimón de un ribera, ó el codorniú de un cava del «Día» de los de dos euros. Y los diferencio, sí, sin necesidad de ver el brick ó el ticket de la tienda. No bebo. No he bebido mucho nunca. Pero, quizá por un tema procedente de mi ambiente laboral, no es raro que en las comidas de trabajo a que he tenido que ir se pidan vinos de una cierta categoría. Ni que a la quinta pausa «por compromiso» con algunos clientes ó gente relacionada con la profesión… del café se pase a «ponme mejor un vinito, que ya es casi la hora de comer». Y cuando por la noche ya se ha pasado del tercer refresco, una copita de blanco bien fría entretiene y no desentona con el resto.

Estas navidades, no sé de dónde la sacó, uno de mis hermanos llevó una botella de vino «bueno» (traducido: caro) para nochevieja. Me lo comentó mi madre, que no bebe ni poco ni mucho. Y yo respondí que el vino que yo solía llevar también era bueno… así que tendríamos para variar.

La botella en cuestión la había conseguido (aun no sé cual de mis dos hermanos) de un restaurante de postín y alguna estrella donde había estado trabajando. Ignoro si fue un obsequio ó si es que había muchas… Tampoco la procedencia, ni el vino en sí, tienen demasiada importancia…

Lo «chocante» fue el descubrimiento que hice esa nochevieja. Día de mi cumpleaños, por cierto.

Mi cuñada, ésa que prefiere un filete de pescado de especie desconocida congelado y comprado en el «Hiperusera» antes que unas buena rodaja de salmón ó unos lomos de merluza frescos, y lo hace razonando que «es que prefiero el pescado congelado porque no sabe a pescado» (no sé si este criterio lo aplica al resto de los alimentos: pollo que no sepa a pollo, leche que no sepa a leche… ¿deberé explicarle que la leche sale de las vacas y no de los bricks, ahora que caigo?), la misma a quien un día pusimos bonito en salsa para cenar… y aún está preguntándose qué animal con patas tenía esa carne tan rica (no lo reconoció)… pues eso, ésa misma… !!!resultó destaparse como una experta en vinos!!!!

-Es que… cómo se nota. Qué sabor…
(….)
-Mira, mira qué color tiene…. Es que con los vinos caros, no hay comparación…
(….)
-Vamos, que se nota mucho que es un vino de calidad…
(….)

A todo esto, yo, enfrente. Que tras probar el vino en cuestión… volví al albariño. Más adecuado para acompañar el contenedor de langostinos que teníamos entre las dos. Y sin querer responderle… a pesar de notar perfectamente que estaba esperando a que yo corroborase sus apreciaciones…

-Es que ya lo dice mi padre: como el ribera de duero…

Zas. Salió el origen de su conocimiento en el asunto. Y, encima, con la correspondiente burrada añadida. Ahí casi me atraganto. Conservé la compostura. Retiré los platos de la mesa para hacer sitio al segundo. Ya en la cocina, mi madre hizo el comentario: «pues sí que está pesadita con lo del vino que ha traido tu hermano». «¿Pesadita? Y haciendo un alarde de ignorancia que no te imaginas»

Al final, en vista de que no le hacía ni puñetero caso… cuando se sirvió otra copa, ya se dirigió a mí directamente.
-Ummm, qué rico está… ¿Tú no lo pruebas?

Y ya tuve que responder:
-Ya lo he probado. No me gusta, está algo picado y encima sabe a corcho. Claro que como tú no debes estár acostumbrada, igual no lo notas…
(Todo esto, en el tono más aséptico posible. Con la botella entre ambas… y su cara de desconcierto. Y sigo)
-…Es que durante… cinco ó seis años es el vino que he tomado a diario como aperitivo…

-Ah… pero si éste es un vino carísimo… ¿tu hermana no lo dice en serio, verdad? (se vuelve hacia su marido)

-Si mi hermana dice algo, es que es verdad (respuesta sin hacerle demasiado caso)

-Sí. Nos lo ponían a mi jefe y a mí a diario, en la cafetería donde parábamos a tomar el aperitivo. Terminé hartita. Igual por eso no lo veo para cenar. Y menos marisco. Y, por cierto: el Marqués de Riscal no es ribera: es rioja. De toda la vida. Yo no los diferencio, lo admito. Pero a los expertos en vino me consta que es una cosa que no se os pasa… mira que me extraña tu lapsus. Debe ser el sabor del queso, ¿no? ¿Otro trocito?

Vamos, que tardamos diez años… en descubrir que aquí la señora es experta en confundir el origen de los vinos aún teniendo la etiqueta delante y en no darse cuenta de que ninguno de nosotros estaba tomándolo porque estaba más que ligeramente picado…

¿A qué viene esto? A que hoy la bodeguera mayor de castilla cumple años. Y como es una vallisoletana nacida en Madrid (ó no) cuyos padres putativos (ó no) decidieron fijar como fecha de nacimiento el día de san Jordi (el primer caso de nacida en los 70′ que ignora la verdadera fecha de su nacimiento)… pues me puso muy fácil lo de elegir qué le iba a regalar este año. Que han sido demasiados de joyas en oro y/ó plata, objetos de decoración únicos, perfumes caros y otras dos docenas de cosas seleccionadas con mimo… para alguien incapaz de distinguir la piel del plástico y el cristal del metacrilato. No, no es un eufemismo.

Que este año, con un estuche de maquillaje de siete euros y pico, una caja de trufas del «alcampo» de menos de dos euros (comprada en navidad, por cierto) y una botellita de vino de ocho… con menos de 20,-€, asunto resuelto.

http://media.imeem.com/m/iBlaGkZ57W
Ah: el vino, Ribera de Duero, crianza, cosecha 2004. Por si a su señor padre adoptivo le da por leerse la etiqueta. Que entiendo es el ¿experto? en vinos.

Y, precisamente por eso, lo he seleccionado expresamente de Valladolid.

Quintanilla de Onésimo, para ser más exactos. Que cuando se entiende de vinos y de otras cosas, hay que cuidar mucho los detalles.

Y que los cumpleaños y sus regalos son una ocasión ideal para mandar mensajes subliminales. De ésos para …iniciados.

Ay, qué útil me fue al final esa cenita de cumpleaños mía…

Paralelas oficiales y anárquicas flores

Intentaba ponerme a responder a los comentarios recibidos (en los dos, tres, últimos post). Pero sólo conseguir leer los últimos me ha llevado casi media hora. No tanto por los que son (bastantes, mil gracias!!!!) sino porque lacocte y/ó mi pc están en su línea general… esto es, dando problemas.

Así que tampoco tengo claro que este post se publique correctamente (me ha llevado otro ratito conseguir entrar en «publicar» ).

Por tanto, no me alargo. Pensaba escribir sobre el hecho de que debo ser el único ser vivo capaz de entusiasmarse con una «paralela» de Hacienda. Eso que mandan cuando «papá-estado» considera que no se le ha pagado lo que ellos estiman que se les debería pagar. En este caso, reclamaban la fruslería de veintitantos mil euros de nada… Que no cunda el pánico: simplemente, no han valorado un supuesto de reinversión. Que se enteran de lo que les da la gana. Menos mal que como en casa ya saben mi pasión por estos temas… no se mueren del infarto. El reclamado es mi hermano: no sé quién le manda a él tomar iniciativas y ponerse a rellenar declaraciones, teniéndome a mí. Bueno, lo mismo porque yo me pongo a colgar cuadros y arreglar lámparas, cuando todo el mundo sabe que las chicas no estamos genéticamente preparadas para tales fines. ¿Ó era que son los hombres quienes sí lo están?

Mi «entusiasmo» radica en que me lo tomo como un thriler: a ver de dónde demonios ha sacado Hacienda los datos. A ver qué tablas ha aplicado para calcular valores actualizados y plusvalías. A ver cómo les redacto ahora el pliego de descargo… poniéndome en el caso de que si hay un funcionario cazurro… fijo que le toca a mi expediente…

Ya digo: al final, hasta me tuvo entretenidita ayer toda la tarde el asunto, mientras en la tele había fútbol internacional…

Bueno. Que hoy las flores que tocan son amarillas:


Y que a ver si esto se publica y todo…

La nada y unas flores rosas

Publicar post en los que, realmente, no cuento nada… no sé, nunca me ha parecido del todo bien. Igual porque tengo arraigada esa idea de que cuando se trabaja es pretendiendo que el esfuerzo «luzca», que aporte algo…

Pero sigo entre la falta de tiempo y la de ganas. Ideas tengo, sí, pero probablemente el hecho de sentarme a intentar redactar algo… a estas horas, no sea el mejor cauce para que las palabras se unan formando frases que formarán párrafos que darán como resultado algo con un mínimo de correspondencia con lo que tengo en mente.

Encima, estoy muerta de sueño. Me he levantado antes… que no es lo mismo que decir «he madrugado». Porque pensar que «madrugar» sea levantarse a una hora tan normal para medio mundo como las siete y pico de la mañana… que es lo que he hecho hoy como excepción, pues eso, que me da vergüenza. Pero entre eso y luchar contra el tremendo viento, lo dicho: muerta de sueño.

http://media.imeem.com/m/ULFxSK07Z9
Así que me temo que este vuelve a ser un post sin sustancia. Y que, posiblemente, no tenga tiempo para escribir hasta el lunes (ó sí, que no sé para qué me empeñaré en dar cosas por hechas y planes como «firmes»). También por esa falta de tiempo, tengo «comentarios amigos» que responder… y que desde ya agradezco.

Como suelo hacer en estos casos, foto, que «decoran».

Y espero que los próximos post propios tengan más… algo. Porque es cuando veo la falta de interés de lo publicado cuando me vuelven los fantasmas. Esos que me dicen que igual debería tomarme unas vacaciones. Mejor dicho, dar unas vacaciones a quienes se molestan en entrar a leerme (sigo en ciento y pico diarios; algunos días menos, claro) y se encuentran con que no hay nada…

Miento: si hay algo. Unas flores rosas.

Agüita de abril

Hay canciones a las que poco se puede añadir. Ésta es una de ellas.

http://media.imeem.com/m/sSaHk69uGH
A veces, hay canciones que parecen estar escritas para una misma. Eso me pasó la primera vez que escuché ésta.

Me costó no llorar cuando sonaba, así que me dediqué a esquivarla. Pero llega un momento en que es necesario enfrentarse a los fantasmas para que éstos huyan. Ó para que veamos que sólo son sábanas vacías.

Ó para hacerlos uno de los nuestros.

Por fin, puedo escuchar la letra, saber de qué habla realmente… y nada más. Ó todo eso.

Y creo que hoy me basta y me sobra para convertirla en eje de este post.

Bueno, no. También añado esta foto. Lo bueno de la lluvia de abril es que hace florecer las lilas. Y hoy, yo y voluntariamente, huelo a lilas.

Equipaje vital (ó «cositas con encanto») -II-

Diasazules,http://www.lacoctelera.com/diasazules

la creadora del post que da origen a esta sucesión de post similares, ó meme, empieza el suyo con este párrafo:

«La mayoría de las cosas que uno tiene en casa son nuevas, compradas, sin historia o con una historia tan pequeña que no es capaz de decirnos nada. Pero todos tenemos algunas cosas especiales, con su historia, son cosas que han vivido en otro sitio, en otra casa, en otra familia, en otro país. Y eso las hace muy especiales. Estas son las mias«

Tiene toda la razón. La mayor parte de las cosas que tenemos en nuestras casas, sobre todo cuando son «nuestras», no de nuestros padres, carecen de historia. Si acaso, están empezando a tenerla. Quizá por eso he preferido obviar otros objetos, quizá más bonitos, más curiosos, más vistosos… y centrarme en estos otros. Los del anterior post…. y los que siguen:

El tercer objeto es éste:


Sí. Es un juego de tocador. De ésos que se compraban y se ponían de adorno en los «comodines», muebles bajitos, de cajones, que se pusieron de moda en los 60′, primeros 70′. Muebles de poliester brillante, con un dibujo de vetas finas, que llevaban encima pañitos de ganchillo. Y sobre éstos, este tipo de juegos de tocador…

En este caso, es de mi madre. Fue una de las pocas cosas que, como capricho, pudo permitirse cuando se casó. Lo recuerdo durante muchos años en su comodín (yo tenia otro: una caja corazón con unas rosas dibujadas y dos corazones-botella iguales… que no tengo ni idea de dónde acabaron). Luego se compró otro juego, y éste pasó a mí. Brevemente. Posteriormente me lo cambió por otro (horrible) comprado en una tienda que se podría considerar precursora de lo que son ahora los «chollos». Y éste acabó en la vivienda toledana donde desde mis 14 años me tocó pasar todos los periodos vacacionales…

Llevaba años sin ir por allí cuando, un día, salió el tema. Y dije que me gustaría tener este juego de tocador. No, no para poner en el mío, que nunca compré. Está de adorno en el comedor, en una estantería de IKEA. Mi madre no entenderá nunca mi estilo decorativo… ni yo me voy a esforzar más en explicárselo (tampoco entiende que tenga un espanto que me compró en mi comunión, una taza rosa, encima de la lavadora. Me viene estupendamente para poner horquillas, que también me peino y pinto en el aseo. Y cómo suena, la taza, en los centrifugados).

¿Porqué quise este conjunto de piezas inútiles? Por sus dibujos griegos. Porque en algún momento la botella debió tener perfume: no sé si huele ó es mi recuerdo… Porque me gustaba esa pera rosa que hacia salir aire por el otro extremo (hace siglos que no funciona: supongo que la goma se «picó»). Y, sobre todo, porque el último elemento, la caja redonda, era el cofre del tesoro: dentro había bolitas de collares rotos, pinzas, medallas… Un collar azul, de cristal, con el que casi me ahogué: me lo puse, empecé a retorcerlo… y tuve que cortarlo con una tijeras, al borde del estrangulamiento. Mi madre nunca supo cómo se rompió su collar… yo tendría unos ocho años. Aun hay bolitas por la casa (en sitios guardadas, me refiero).

Y el último objeto, es éste:

Un jarroncito totalmente… ¿daliniano, gaudiniano?

No sé cómo definirlo. En este caso, lo compré yo. Hace años… no podría precisar si 12, 15… Sí sé dónde: en elcortinglés de Princesa. Era una pieza única. Ni siquiera tenía precio marcado. Compré éste y un bonito jarrón amarillo con el pie azul marino, e ignoro si algún objeto más… Pero sí recuerdo haberme recorrido medio gran almacén, agarrada al jarroncito… intentando enterarme qué precio tenía. Porque si de algo estaba segura es de que debía ser mío. Es de esas cosas que si no se llegan a comprar… igual se convierten casi en un recuerdo mítico…

Esta mañana, al sacarlo de la vitrina donde está, para fotografiarlo… he visto que ya pertenece en cierto modo al mundo de las cosas que se mitifican… porque lo recordaba más grande….

Estuvo años en casa de mis padres, en una estatería con luz (al ser de cristal, el efecto luz le viene muy bien). No lo habría reclamado al venirme a vivir sola: a decir verdad, las cosas que pude comprar cuando no tenía «casa» no las compraba para mí, pensando en el futuro inmediato, sino por el hecho de tenerlas…
Pero este jarrón se vino conmigo (aún no sé cómo no se rompió el tapón verde, con la forma en que mi madre envuelve las cosas… enrollando papel de periódico y cintas de embalar) casi desde el primer momento. Y está en una vitrina (con luz, claro). Y es de esos objetos cuya rotura me resultaría dramática…

¿Qué tienen en común estos cuatro objetos? Poco. Bueno, que pertenecieron a cuatro «brujas» (quiero pensar que lo mío viene por el lado materno) a quienes les gustaban las cosas con personalidad… y brillo propio.

Y otra particularidad más: son cosas sin precio. Mejor dicho: marcan la diferencia entre valor y precio. Creo que las cuatro son piezas únicas. Seguro que un día no lo fueron… pero las primeras por antigüedad, al menos… difícilmente tendrán otras iguales.

Y perderlas sí sería una pérdida irrecuperable. Porque no pertenecen tanto al mundo de las pertenencias materiales… como al de los sentimientos.

http://media.imeem.com/m/1UpAtZe-_P

Ahora debería nominar a otras personas para que hagan este meme… veamos:

Lola:http://www.lacoctelera.com/calalola

Tara:http://www.lacoctelera.com/tara

Mar:http://www.lacoctelera.com/giverny

Lluna:http://www.lacoctelera.com/lluna

…que seguro tienen cosas con historias que contarnos…

Equipaje vital (ó «cositas con encanto») -I-

Creo que la vida es un atesorar cosas: objetos, recuerdos, personas que se quedan al lado de uno… Y experiencia laboral, y experiencia sentimental, y experiencia doméstica. Y otras experiencias, de esas perfectamente inútiles…

Además de las cosas que se atesoran, otras se acumulan. Hay experiencias laborales/sentimentales/domésticas… e inútiles que no se atesoran, sino que se acumulan y ya está. Vamos, que preferiríamos no tenerlas ahí, en el pasado, porque ni nos gustaron ni nos gusta acordarnos de su existencia. Lo mismo nos pasa con algunas personas: esos familiares (no exclusivamente políticos) que siempre están ahí y que son parte de nuestra vida… a nuestro pesar. Y, claro, esos objetos con los que compatimos la vida. Muchos, conservados con mimo desde nuestra tierna infancia porque nos gustan, ó porque están ahí y con ellos vamos cambiando de vida y de casa. Otros, comprados porque son útiles, porque nos gustan, porque nos son imprescindibles ó nos hemos habituado a su manejo (¿quién no tiene un horrendo y hasta semi-oxidado abrelatas, abrechapas, unas tijeras gastadas, un cuchillo cuyo mango tiene forma por el uso y su hoja es cada año más fina….?). También hay objetos que conservamos porque fueron regalo de alguien que fue importante en nuestras vidas, ó regalos que tienen que estar «a la vista» de quien nos los regaló (esos regalos de boda imposibles…)

Viajamos por la vida acompañados de objetos. Y sobre eso va, en cierto modo, este post…

A mí me lo «encarga» Arori:
http://www.lacoctelera.com/arori/post/2008/04/14/cositas-con-encanto-meme

La idea, como ella misma cuenta, parte de Diasazules http://www.lacoctelera.com/diasazules/post/2008/04/02/cositas-con-encanto

Y consiste en hacer un post fotografiando «cosas con encanto». Bien. No sé si mis elegidas lo tienen… pero esto es lo que hay:

Este es mi primer objeto:


Sí. Es una pequeña caja. Negra. Con dibujos dorados, orientales. Se podría pensar que qué interés puede tener… si seguro que en el chollo de los chinos las hay más bonitas. Y no digamos ya en la feria de oriente del cortinglés…

De pequeña, la recuerdo en el bote de detergente donde guardaba los juguetes. A veces, la tapa estaba por un lado y la caja por otro. Tengo un recuerdo remoto de un pompón de plumas suaves en su interior… aunque igual eso lo recuerdo como algo «contado». Porque la caja… tiene más de cien años.

Si mi abuela viviera, tendría alrededor de esa edad: cien años. Se casó y tuvo a mi madre ya mayor para la época, rondando los 40. A decir verdad, el matrimonio no entraba en sus planes…, pero, en fin, acabó casada con un chico más joven que ella, que tenía fama de ser el más guapo de todos los alrededores. Aunque eso es otra historia… La caja es una polvera… y pertenecía a su madre. Mi bisabuela por parte materno.

No sabemos de qué material está hecha. El plástico no existía, ni cosas como la baquelita. Se supone que es un tipo de concha… ¿Los dibujos? Son una auténtica obra de arte. Más que probablemente, estén hechos a mano. Son escenas orientales, todas diferentes. A pesar de los años y el maltrato sucesivo… está casi intacta. Una pequeña grieta, fruto, seguro, de una de las dos veces que acabó en la basura (en esas ocasiones las rescaté yo. Porque mi madre ha llegado a tirar cosas que, en fin… Y eso que se crió con lo mínimo más mínimo…).

Hace muchos años decidí que sólo querría, cuando mis padres faltasen, dos cosas como herencia. Una era la caja de mi bisabuela (aún no sé cómo no terminó regalándosela a, por ejemplo, la tipa ésa con quien se casó mi hermano. Bueno, ahí no me habría cortado y se la habría quitado). La otra es una sortija que un día tendré, espero que muy tarde. Y la sorpresa es que la caja me la dió en cuanto me fuí a vivir sola… Está en mi mesita de noche: es lo primero que veo al despertar.

La segunda es esta:

Una colcha. La tela se aprecia mal en la foto general, así que pongo un detalle (de un día que me la puse como disfraz).

Es de seda. También de dibujos orientales. Muy elaborados, por cierto. Y en este caso… era de mi abuela. También materna. Nunca la empleó como colcha. Sólo la sacaba en las fiestas de la aldea donde le tocó vivir, y la sacaba para prestar a las autoridades y colocar en los balcones del Ayuntamiento, en las procesiones. Siempre adoré esa tela, que emitía luz. Una luz dorada y azul que iluminaba la oscuridad que, por mucho que la memoria sea selectiva, llenó gran parte de mi infancia… También se salvó milagrosamente de ser regalada: mi madre, tan espléndida ella con los desconocidos, estuvo a punto de dársela a una individua de su pueblo que nos vino a ver dos ó tres veces, siendo yo pequeña, y que recordaba lo que lucía en las procesiones esta tela. La última vez que estuvo, fue para comunicarle que su madre (mi abuela, la dueña de la colcha) había muerto dos meses atrás. No regresó (si lo hizo, imagino que no se le abrió la puerta). Yo tenía nueve años.

La colcha se llegó a emplear como tal, colcha de verano, creo que uno, dos años. Por eso perdió algo de prestancia: la recuerdo tiesa, brillante como un espejo, con eso que tanta gracia me hacía de ser amarilla por una cara, con dibujos azules… y azul con dibujos amarillos por la otra (lo que tiene el jacquard). Como digo, me llegué a disfrazar y hacer fotos con ella. ¿Cómo llegó a mí? Pues no sé si la pedí ó me la dió… Estuvo unos meses a los pies de mi cama, luciendo su belleza. Luego llegó el edredón… y pasó a cubrir parte del baúl donde guardo la ropa de cama y lavabo.

Y tampoco sabemos de dónde salió. Quién y desde donde pudo llevar, a una aldea alcarreña, algo tan hermoso… en plenos años 40’…

http://media.imeem.com/m/1UpAtZe-_P

(Y, para que el post no se haga demasiado largo… lo fracciono en dos. A continuación, el resto).

Recuento de deberes, traviesas y un bolero… para mitigar la astenia

Breve inventario de cosas pendientes/deberes:

Cuatro meme/post (que ahora mismo recuerde):

-Cosas con encanto.
http://www.lacoctelera.com/arori/post/2008/04/14/cositas-con-encanto-meme

-Obsesiones.
http://www.lacoctelera.com/entrelilasyamapolasolvidado/post/2008/03/28/el-meme-la-obsesion

-Buenas noticias.
http://www.espacioblog.com/fenicia/post/2008/03/31/buenas-noticias-nos-damos-meme

-Un premio que me ha concedido Clito.
http://www.lacoctelera.com/clitoris/post/2008/04/15/premios-premios-premios

Aparte:

-Hacer mailing curricular (traducido: mandar unos 25 currículum vítae por carta, a otras tantas empresas de mi sector y mi municipio: empezaremos por lo próximo).

-Cargar cuatro, seis baterías para la cámara de fotos.

-Descargar las últimas fotos en el pc.

-Lavarme el pelo. Arreglarme las uñas (también con vista a posibles entrevistas de trabajo. Lo de las uñas, digo, que el pelo me lo lavo muy a menudo).

-Planchar. Un cerro de ropa.

-Cambiar los cartuchos de la impresora (urge el de color; el negro lo exprimiremos al máximo).

-Decidir a qué dedico el excedente de huevos del frigo: dudo entre mega tortilla de patatas ó flan de leche condensada (sería para llevar a mis padres el jueves: mañana veré).

Y veinticinco ó treinta cosas más… Sólo como ideas para post tengo media docena.

Pero no tengo ni pizca de ganas. Así que actualizaré con una foto, que Colegui me ha dado la idea con uno de sus post….
http://www.lacoctelera.com/colegui/post/2008/04/14/principe-pio-estacion-muy-fantasma

… y una canción.

http://media.imeem.com/m/Aq7ofR7sqY

En este caso, es Armando quien me trajo la inspiración.
http://www.espacioblog.com/padron-duenas/post/2008/04/15/esa-primera-cancion

Sí: también es algo que hacemos las vampiras. Absorber ideas, a falta de propia inspiración… ó por exceso de astenia primaveral (y dolor de cabeza).